No estamos familiarizados con las cosas que no podemos definir…nos causa miedo o quizá desconfianza tratar algo que no podemos etiquetar…pero si hablamos de Ramón L. Carreño y su obra, solo lo podemos encasillar como “amante del arte”, no podemos analizar su obra dentro de unos parámetros establecidos ni de ninguna corriente en concreto, ya que su visión de la vida (y la que refleja en sus obras) va más allá de lo puramente formal, se nutre de un amplio conocimiento y está influenciada por no una, sino todas las disciplinas, artistas y maneras de comunicar que han calado en su ser.

Dejando a un lado la metodología, se centra en la libertad de expresión, en el sentir y en reflejar “in situ” lo que en el momento de crear la obra atormenta su cabeza o le inspira de tal manera que no puede expresar solo con palabras.
Y como buen artista, los cánones estéticos siempre le acompañan: la combinación de colores, el equilibrio de las formas, el ritmo y el orden en la composición siempre están presentes en su obra, aunque de forma espontánea y a priori, imperceptibles: a primera vista puede parecer que reina el caos, el libre albedrío y el sin sentido, pero haciendo una reflexión más minuciosa y detallada encontramos que todo tiene su sentido, su orden y su razón de ser, y es aquí donde encontramos la belleza y la singularidad del arte de Ramón L. Carreño: la habilidad de expresar todo un mundo interno de manera abierta y sin censuras (a veces con un toque de humor e ironía).
En sus fotografías muestra el lado más crudo de aquello que le rodea, el aquí y ahora del momento, sin disfrazar, sin adornar. Pero siempre con su extraordinario don de ver belleza donde el resto no somos capaces de encontrarla, como un desafío de la lógica y la razón, donde siempre, gana la mirada libre y sin prejuicios.
Sus esculturas son también odas a la realidad, sin esconder nada, sin tapar nada; el mundo tal y como él lo ve. Materiales austeros, temas cotidianos, todos podemos sentirnos identificados en sus obras, ya que su arte no tiene barreras ni se ciñe a estereotipos.
Su pintura, aunque menos conocida, es paradójicamente alegre y colorida. Artista experimental siempre dispuesto a entender las diferentes disciplinas y a hacer de ellas su mundo propio y a crear.
Sus collages… quizá son la parte más extensa de su obra y seguro que la más difícil de clasificar…amor y odio, realidad y sueños, esperanza y desesperación… el día a día de alguien que ve cómo la realidad se torna grisácea y aún así es capaz de encontrar lo mejor de cada uno de nosotros. Siempre con su sonrisa, siempre con su buen mirar (y pensar).

Fragmento “Un día más en un sitio
como otro cualquiera”
Ramón L. Carreño.
Homenaje Ramón L. Carreño.
El pasado mes de junio se realizó un homenaje a Ramón L. Carreño en la sala de exposiciones El Pósito, de Alhama de Murcia (lugar donde nació y vivió) donde se podía ver parte de su obra y donde se mostraba la esencia del artista.
La exposición se dividía, en la primera planta, fotografías de sus años de juventud, acompañada de portadas de vinilos (ya que era un gran amante de la música y ésta estuvo muy presente en sus inicios), esculturas y todo aquello relacionado con los caóticos años 80.
En el piso superior de la sala encontrábamos fotografías, algunas pinturas y una colección de 39 collages del artista que invitaban a adentrarnos en el mundo de Ramón L. Carreño, haciéndonos partícipes de su visión de la vida y su más que proclamada habilidad para expresar sus sentimientos.
Paralelamente, se realizó un taller artístico con los usuarios del Centro Municipal de Atención Psicosocial de Alhama de Murcia, dando a conocer las pautas del collage como forma de expresión y destacando sus múltiples beneficios a nivel cognitivo y anímico.
Reflexión personal.
No se puede explicar la obra de Ramón L. Carreño. Es un mundo entrelazado de sueños y realidad, es dulce y es sublime, es esperanzadora y es devastadora.
Lo que está claro es que pocos artistas han conseguido transmitir sus sentimientos cómo él; pocos han encontrado una forma de expresión con la que decir tanto de manera tan natural.
Los que tuvimos la gran suerte de conocerlo y compartir su mundo somos privilegiados y sabemos que una parte de Ramón siempre nos acompañará, enseñándonos a ver la belleza dentro del kaos.
Yo tuve la suerte de conocerle a el y de el, a ti. Tuve la suerte de trabajar con tigo. Eres y seras la artista que tiene el ¡don de encogerme el alma! y hacerme sentir el verdadero placer de estar al lado del arte, ese que eres tu. Gracias por haber sido el hilo conductor de un gran proyecto, como era la primera muestra del talento de un artista como Ramon L. Carreño. Me siento muy afortunada de haberte conocido. Gracias, siempre seras mi artista favorita.